viernes, 11 de enero de 2013

Suma y Sigue. José María Romero Martínez



En mi infancia y adolescencia más temprana, mi sueño platónico siempre fue ser futbolista. Recuerdo que cada domingo por la noche, después de cenar y antes de acostarme abatido por lo que me esperaba al día siguiente, mis ojos se hilaban a la tele para ver admirado los goles y las paradas de la jornada. Cada semana me hice la misma falsa promesa, tan hipócrita que ni recuerdo el pesaroso día en el que me di cuenta de que jamás había estado tan equivocado.

En realidad, el único deporte en el que tengo talento es el de la ingenuidad. Tanto es así que no pude resistirme y me hice profesional. Recuerdo, ahora sí, mi primer partido en el equipo. Casi todos mis abuelos estaban en la grada para animarme en mi desfloramiento: mi abuelo Pedro y su elegancia al balancearse en aquel herrumbroso columpio el día de mi Primera Comunión; su mujer, mi abuela Paquita, aficionada a hacerme llorar y luego a purgarse sin más con aquello de “quien bien te quiere, te hará llorar”; y mi otro abuelo, Calisto, que me ofrecía aquellas tardes inolvidables de huerta y bocadillos de media barra al calor de las vacaciones de verano. En cuanto a mi abuela Teresa, solamente recuerdo que me aseguraron que lloró de felicidad los primeros días en los que debutó en el mundo éste que os escribe. Murió antes de poder tratar con ella.

Pese a la experiencia con Teresa, siempre pensé que los demás seguirían siendo fieles a las butacas VIP que esta estrella de la ingenuidad les aseguraba en cada partido. Que estarían siempre presentes. Ahora ninguno de ellos puede ya asistir a mis constantes victorias. 






No hay comentarios:

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...
Las opiniones y los comentarios emitidos en este blog por las personas que en el mismo colaboran, son emitidos, todos ellos y en cualquier formato, a título personal por los diferentes autores. Este blog no suscribe ni secunda necesariamente cuanto en él se exprese.



La Fanzine en Facebook